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martes, 8 de mayo de 2012

Tres triunfos con distinto contenido: Eulalio López "Zotoluco", José Mari Manzanares y Arturo Macías, salen en hombros de la Monumental Plaza de Toros de Aguascalientes 06/05/2012


Por: Juan Antonio de Labra | Fotos: Landín-Miranda      
Domingo, 06 de Mayo del 2012 | Aguascalientes, Ags. 

Aunque la corrida arrojó un resultado idéntico para los tres espadas del cartel, que se repartieron dos orejas por coleta –obtenidas en un mismo toro– el triunfo tuvo distintos matices tan elocuentes como el momento tan particular que viven cada uno de los toreros de este cartel compuesto por Eulalio López "Zotoluco", José Mari Manzanares y Arturo Macías.
Y quizá la historia más interesante de contar sea la que protagonizó éste último, el de la tierra, un hombre dotado de una vocación especial que hoy, seguramente, acalló las bocas de muchos incrédulos.
Sí, porque Macías, que es un torero muy valiente y carismático, está dosificando su arrebato natural y ahora piensa más delante de la cara de los toros. Da la impresión de que ya se enfrenta el desarrollo de la lidia con otra mentalidad y ha dejado de atropellar la razón en aras del triunfo.

Lo más importante en el toreo es triunfar toreando bien, y ese es el camino que se ha trazado Arturo, que sabe en qué instante meter el acelerador a fondo y cuando administrar la velocidad para detener el tiempo, como lo hizo la tarde de hoy toreando de capote.
El hermoso quite que cuajó al primer toro de su lote será recordado por la lentitud y el ritmo que imprimó a las sedosas tafalleras, pero además por el recorte del remate y, más aún, por el martinete que se sacó de la manga para que la plaza explotara de emoción.
Nunca antes habíamos visto hacer dicha suerte a un toro con capote, y mucho menos a cámara lenta.
Este mismo ritmo del primer tercio se prolongó hasta la faena de muleta, ante un toro dócil y sosito, que lo dejó ponerse muy cerca y torear con temple y decidida valentía.
El aroma de esta primera faena del hidrocálido se mantuvo con el sexto, delante del que se vio obligado a arrear sin miramientos, dejándose la piel en cada uno de los muletazos, ya sea de pie o de rodillas, pero con un amplio sentido del espectáculo y, también, de lo que debe de ser el toreo.
Y como no podía dejar pasar la feria sin salir a hombros, no obstante que en su anterior comparecencia estuvo francamente bien y sólo cortó una oreja por su falta de contundencia estoqueadora, entró a matar como un rayo y ejecutó una estocada entera, de magnífica colocación que hizo rodar al toro con prontitud.
Sonriente, feliz de la vida, paseó los dos trofeos ante sus paisanos y reivindicó, con creces, su inclusión en un ciclo donde su toreo será recordado como un significativo parteaguas de su carrera, que ojalá, de aquí en adelante, ya no se aparte de esta claridad de concepto que antes no tenía tan clara.

Si Macías supo combinar el toreo reposado y lento con la fuerza de espíritu, José Mari Manzanares deleitó con su hondura. ¡Qué bien torea el alicantino! ¡Vaya forma de enganchar las embestidas con los vuelos! ¡Qué compás!
Al alto y hondo toro que salió en segundo lugar, lo bordó a la verónica en lances tan mecidos que hicieron cimbrar a los cimientos de la Monumental, antes de rematar con una revolera de ensueño.
Y la faena, pura, ortodoxa, fluyó con un empaque con sabor añejo. Toreo sin afectaciones; toreo carente de manierismos; toreo de cante grande el de este joven Manzanares, que mete el pecho al morillo en cada lance, en cada pase, y que se funde con el toro cargando las suertes de una magia singular que hizo rugir a la afición desde lo más hondo de las entrañas, ahí donde y se reproduce el sentimiento del toreo.
Ni dosantinas, ni muletazos cambiados por la espalda, ni otro recurso alguno tan de moda; nada de ello. Por el contrario: Manzanares hizo el toreo eterno; el de las grandes figuras como Antonio Ordóñez, como su padre… como él mismo. Toreo rondeño, puro y clásico. ¿Se puede pedir más? Quizá una estocada de las suyas; pero falló con el acero, algo que en él es noticia.
Motivado en exceso con aquellos olés sinceros, salió a entregarse con el incómodo quinto, un ejemplar que iba punteando y rebrincaba en sus embestidas. El alicantino se plantó firme y fue así como trató de atemperar, con el mando de sus manos, aquella conducta remisa del toro, y consiguió instrumentar varios redondos de inmaculado temple y gran vibración.
Aún sin que la faena pudiera redondearse como la primera, culminó con una soberbia estocada recibiendo, que calentó tanto el ambiente que el juez de plaza no dudó en concederle dos merecidas orejas, grandioso colofón a una feria relevante, en la que José Mari sale relanzado para convertirse en uno de los nuevos ídolos de la afición azteca. Ojalá que las empresas den continuidad a este proyecto, y no le ocurra lo que pasó con su padre, que siendo un torero que encajaba perfectamente en el gusto del público mexicano, su carrera no tuvo la continuidad deseada a esta orilla del Atlántico.
En medio de la claridad de ideas de Macías y el arte torero de Manzanares, el triunfo de Zotoluco en el séptimo –el octavo toro que lidiaba en su paso por el ciclo sanmarqueño– fue una especie de tanque de oxígeno de cara su próxima comparecencia en la Feria de San Isidro de Madrid, pues ciertamente este año el torero de Azcapotzalco no consiguió rayar a la altura de ediciones anteriores.
La docilidad del toro de regalo le permitió hacer una faena ligada en un palmo, dinámica y emotiva, que le llegó a un público que ya había entrado en una vorágine de entusiasmo colectivo. Y la culminante estocada con la que rubricó su labor, le permitió, in extremis, salir a hombros al lado de sus compañeros.
Así se abrió la puerta grande del coso para los tres toreros, alentados por la gente que brincó al ruedo al final de corrida, y aquella imagen se convirtió en la mejor postal del término de este largo bloque ininterrumpido de diez festejos, que deja el listón muy alto para la semana entrante, con las cuatro fechas más que todavía le quedan a una feria para el recuerdo.

Ficha

Aguascalientes, Ags.- Decimoprimera corrida y decimotercer festejo de feria. Unos tres cuartos de entrada (alrededor de 11 mil personas) en tarde calurosa, con ligeras ráfagas de viento. Siete toros de Fernando de la Mora (el 7o. como regalo), desiguales en hechuras y presentación, de los que solamente funcionaron con más fuerza y calidad 2o. y 7o. Pesos: 468, 572, 504, 528, 490, 550 y 463 kilos. Eulalio López "Zotoluco" (tabaco y oro): Silencio en su lote y dos orejas en el de regalo. José Mari Manzanares (berenjena y oro): Ovación y dos orejas. Arturo Macías (grana y oro): Ovación y dos orejas. Destacó en banderillas Juan José Trujillo, de la cuadrilla de Manzanares, que saludó tras banderillear bien al 5o.

Fantasía talavantista en la Monumental Plaza de Toros de Aguascalientes 05/05/2012


Por: Juan Antonio de Labra | Fotos: Landín-Miranda
Sábado, 05 de Mayo del 2012 | Aguascalientes, Ags. 

Tal y como ocurrió el año anterior, Alejandro Talavante cuajó una faena de fantasía y terminó indultado al toro "Santanito", de Begoña, con cierta polémica, pues al concederse el perdón de la vida de tan noble ejemplar, un sector del público recriminó la decisión del juez de plaza de la misma manera en que sucedió hace algunos días a Sebastián Castella.
Y este "Santanito" evocó aquel otro magnífico "Niño Bonito", también de Begoña, que en la feria del año 2011 cayó en las mismas manos de un torero que tiene el sentimiento a flor de piel, y encaja perfectamente con la forma de concebir el toreo por parte de la afición mexicana.
Pero polémicas aparte, lo que hay que destacar fue la obra de arte del extremeño, que volvió a fundirse de una manera muy sincera con "Santanito", que acabó imantado en los vuelos de su muleta.
La arquitectura de la faena tuvo una gran precisión, pues no hubo enganchón alguno, pausas estériles o tiempos muertos; por el contrario, hubo ligazón, temple, inventiva y, sobre todo, profundidad.
En este sentido, la faena gozó de dos atributos difíciles de encontrar en una misma obra: variedad y hondura, esas que Talavante sabe equilibrar de manera perfecta cuando un toro atesora la calidad de "Santanito". Así que el trasteo fue siempre a más y contó con la complicidad de un público extasiado al sentimiento del extremeño.
Si tuviéramos que elegir un adjetivo para calificarla, diríamos que se trató de una obra de fantasía, alejada por completo de esas faenas de cartón que, muchas veces, los toreros ya traen hechas en su cabeza prácticamente desde que salen del hotel.
Redondos, dosantinas, cambios de mano eternos, arrucinas, naturales… trazos largos donde el toreo brotó de manera espontánea y artística, coreados con olés que salieron del alma, retribuyendo de dicha manera el éxtasis de Talavante, que cada día se siente más torero.
Es verdad que el extremeño buscó el indultó y presionó discretamente al juez de plaza, quizá por aquello de que su seguridad estoqueadora todavía no tiene un nivel adecuado.
Al final tuvo que conformarse con escuchar una marcada división cuando salió a dar la vuelta al ruedo, que compartió con el ganadero Juan Pablo Bailleres, que se anotó otro importante triunfo con este gran toro.
El resto de la tarde se concretó a solventar las complicaciones de un encierro serio, con cuajo, compuesto por toros hondos que ofrecieron distintos matices en su comportamiento.
Zotoluco se afanó en poderle al primero de la tarde, un ejemplar que arrollaba con cierta violencia, y le robó algunos pases de mérito cerca de las tablas. Al huidizo cuarto tardó en someterlo y, aunque el toro tenía movilidad y transmisión, acabó escupiéndose de la muleta del torero de Azcapotzalco.
Diego Silveti dejó constancia de su calidad, y al primer toro de su lote le hizo una faena templada hasta que el toro acabó acudiendo a la muleta con la cara alta.
Las otras dos faenas, incluida la última a un toro de regalo, fueron breves dada la falta de casta de los toros, que se apagaron demasiado pronto.
Cabe comentar que urge reglamentar el toro de regalo, que no deja de ser una ventaja entre compañeros, y hasta una cuestión que trastoca los tiempos normales de un festejo, convirtiendo la lidia, la mayoría de las veces, en una extensión de las tardes tediosas.

Ficha

Aguascalientes, Ags.- Décima corrida y decimosegundo festejo de feria. Tres cuartos de entrada en tarde nublada, con algunas ráfagas de viento, y de calor bochornoso. Siete toros de Begoña (el 7o. como regalo) muy bien presentados, hondos y con cuajó, de juego desigual, de los que destacó el 2o. por su calidad y fue indultado. Pesos: 524, 486, 498, 530, 530, 511 y 530 kilos. Eulalio López "Zotoluco" (rosa mexicano y oro): Silencio en su lote. Alejandro Talavante (champaña y oro): Indulto y silencio. Diego Silveti (nazareno y oro): Palmas, silencio y palmas en el de regalo. Destacó en banderillas Guastavo Campos, que clavó grandes pares al 7o. y en la brega, Juan Ramón Acosta.

Diego Silveti firma una entonada faena en Aguascalientes 04/05/2012

Por: Juan Antonio de Labra | Foto: Landín-Miranda
Viernes, 04 de Mayo del 2012 | Aguascalientes, Ags. 


La originalidad del cartel confeccionado por la empresa provocó una buena entrada en los tendidos de la monumental, en una tarde que se fue torciendo con el descastado juego de los toros de San Isidro, así como las fuertes ráfagas de viento que molestaron a los toreros.
En medio de este escenario contra el que debieron remar los toreros, se sumó la enfermedad de El Pana, que llegó a Aguascalientes hace un par de días, deshidratado lo que lo obligó a permanecer hospitalizado hasta horas antes del comienzo del festejo.
Así las cosas, y aunque Sebastián Castella y Diego Silveti intentaron estar a la altura del compromiso, la corrida había vivido pasajes de tedio hasta que saltaron a la arena los toros corridos en quinto y sexto lugares.
El del francés embistió con más transmisión que sus hermanos, y Sebastián se puso en el sitio para hacerle una faena enfibrada, en la que expuso en el terreno de los medios, donde dio muletazos con temple y largueza.
Y la gente se desperezó en el tendido y empezó a jalear con alegría los pases en los que hubo acoplamiento y proyección.  Se echó en falta, quizá, haber aprovechado la condición del toro por el pitón izquierdo, por donde sólo en contados naturales consiguió sentir el toreo.
El desatinado uso de la espada le impidió cortar una oreja, y ni siquiera con el toro de regalo, un berrendo sin fuelle alguno, consiguió revertir su última comparecencia en la Feria de Aguascalientes, de la que quedará el recuerdo de su asombrosa faena a "Amor Lindo", de Mimiahuápam.
Del debut de Diego Silveti queda un aroma de toreo fino, pues su actitud estuvo acompañada de buen toreo, sobre todo el que prodigó delante del sexto, un toro noble, que terminó rajándose, al que dio varios naturales de magnífica factura.
Arrebatado, personal y recio, culminó su faena con varios desdenes de una gran expresividad que entusiasmaron al público, que siguió palmo a palmo la actuación del torero de Irapuato con mucho interés.
Y cuando todo mundo estaba empujando simbólicamente la espada de Diego, malogró la faena con el acero. No obstante, su paso por esta plaza, en la primera de las dos corridas que tiene contratadas, servirá para volverlo a ver con mucho agrado el día de mañana.
El Pana causó lástima, y fue una pena porque por estos lares todavía no ha podido cuajar la faena que sueña. Tal vez no debió torear, pero ya sabemos que Rodolfo es necio hasta decir basta, así que se vistió de torero y llegó a la plaza derrotado antes del combate.
A su primer toro, que embestía con la cara alta y de manera violenta, trató de hacerle sus cosas, pero ciertamente se encontraba en mal estado físico y si agregamos el viento que molestó, su labor fue intermitente.
En el cuarto salió a torear desprovisto de la chaquetilla, cansado y débil, y anduvo a la deriva con otro toro complicado. Al final de la lidia se arrodilló en los medios, y por un momento parecía que se desprendería la castañeta; pero no. Sólo fue un fantasma –el de la despedida– que se alejó de inmediato cuando el veterano tlaxcalteca echó el pecho hacia adelante para besar la arena.

Ficha

Aguascalientes, Ags.- Novena corrida y decimoprimer festejo de feria. Dos tercios de entrada (unas 9 mil personas) en tarde calurosa, con intermitentes ráfagas de viento, y algunos goterones de lluvia. Siete toros de San Isidro (el 7o. como regalo), parejos de hechuras, desrazados en su conjunto, salvo del 5o. Pesos: 501, 461, 497, 463, 520, 504 y 465 kilos. Rodolfo Rodríguez "El Pana" (verde olivo y plata): División tras aviso y pitos tras aviso. Sebastián Castella (carmín y oro): División tras aviso, ovación y palmas en el de regalo. Diego Silveti (rosa mexicano y oro): Silencio y palmas. Destacaron en banderillas Gustavo Campos y José Luis Castañeda, que saludaron.