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miércoles, 2 de mayo de 2012

LA RESPUESTA DE UNA FIGURA DE ÉPOCA: JULIÁN LÓPEZ “EL JULI”


Crónica: Juan Antonio de Labra / Foto: Landín-Miranda
AGUASCALIENTES, AGS.- El aroma de buen toreo del día anterior permanecía en el ambiente de la Monumental, y desde antes del paseíllo se notaba una concentración absoluta en los toreros, que sabían muy bien que no podían dejar caer el listón de la feria.

Así que Fernando Ochoa, Julián López "El Juli" y Octavio García "El Payo", afrontaron la tarde de hoy con gran responsabilidad, que al final también dejó un gratísimo sabor de boca entre el público, que sin llenar la plaza, como en festejos anteriores, disfrutó de una corrida de lujo. Lástima por aquellos que se la perdieron.

Lo de El Juli estaba claro: el espectador discreto del día anterior no podía quedarse de brazos tras mirar, a unos cuantos metros de distancia lo que hicieron sus compañeros (Sebastián Castella y José Mari Manzanares) y aunque siempre ha sabido manejar la presión, no lo tenía fácil.

Fue por ello que la actuación del madrileño hoy en Aguascalientes mantuvo un tono profesional de gran compromiso consigo mismo, que redundó en una tarde pletórica de afición, técnica, oficio, valor –apabullante, en varios pasajes– y toreo… mucho toreo.

Una vez más, le volvió a tapar la boca a aquellos que dicen que es un torero vulgar, pues puso a la gente de pie tras bordar una obra de arte en la que primero sometió las incómodas embestidas del toro, corrido en segundo lugar, y después le hizo muchas cosas importantes, como fueron los redondos, atacándolo, sometiéndolo, y disfrutando a rabiar en redondos de mano bajo y mando suave.

Los adornos de la faena fueron cumbres: cambios de mano, dosantinas, desdenes y adornos de diversa creatividad que extasiaron al público, y aunque mató de una estocada entera demasiado trasera, pero de efectos rápidos, le concedieron dos merecidísimas orejas a su pundonor.

No conforme con este despliegue de cualidades toreras, Julián salió decidido a redondear el triunfo con el quinto, un toro reservón, que acudió con la cara alta y se frenó a cada palmo de una faena de una reciedumbre mayúscula, en la que el ojedismo fue la clave que confirió sentido a la actitud del madrileño.

Y con este toro El Juli se olvidó de que tenía cuerpo, para exponer una barbaridad, ya que los pitones del toro de Fernando de la Mora le acariciaron los bordados de la taleguilla en más del alguna ocasión. Quizá lo más importante fue que el arrimón tuvo cabeza clara y ritmo cuando logró encauzar las descompuestas embestidas del toro.

A la hora de perfilarse para entrar a matar se fue detrás de la espada como un rayo y colocó una estocada aceptable de la que el toro rodó sin puntilla, en medio del clamor del público, que pidió una oreja más para el torero del barrio de San Blas. ¡Chapó, maestro!, o lo que es lo mismo: como para quitarse el sombrero.


Fernando Ochoa

Y queriendo marcar, precisamente, diferencias, Ochoa recibió al cuarto con varios lances del "ojalá", la variante capotera de "el imposible" que inventó el malogrado matador poblano Antonio Campos para allá de la década de los sesentas, suerte difícil por el ritmo y juego de piernas tan preciso y más aún de salida, cuando el toro tiene a cuestas todo su ímpetu.

Este nivel de toreo no se pudo sostener porque el toro se apagó muy pronto, así que Fernando se quedó con la espinita clavada y decidió obsequiar un séptimo ejemplar, del mismo hierro queretano, al que le formó un lío gordo.

Tal vez nadie esperaba que el hombre se iba a entregar como lo hizo, pero fueron las repetidoras y alegres embestidas del toro, que se refugió un poco en tablas, las que permitieron al michoacano sacar la casta y vibrar con enorme entusiasmo en una faena recia, de muletazos largos y sentidos, que puso a hervir al tendido.

Una vez más, la espada le jugó chueco y dejó escapar un triunfo resonante. No obstante, dejó excelentes sensaciones que hacen concebir un repunte de su alicaída carrera, de cara a seguir encabezando carteles al lado de las figuras ultramarinas.
había realizado una primera faena muy artística al toro que abrió plaza, un ejemplar noble al que faltó un puntito más de fuerza. Y esta docilidad en la embestida permitió ver una labor serena, en la que el moreliano anduvo muy a gusto, toreando para él y conectando fácilmente con el público, que reconoció el excelente acabado de una faena diferente que malogró con la espadas.
Otro torero que venía a la feria a revitalizar su actualidad era El Payo, que estuvo centrado y serio con el tercer toro, un ejemplar que se aplomó y con el cual estuvo bien, pero sin decir mucho.

En cambio, con el sexto, se la jugó en serio y le pisó el terreno para robarle pases de gran valía en un trasteo de mucha exposición que el público miró con mucho agrado. Al final, y tras colocar una estocada entera, en la que ejecutó la suerte dando el pecho, cortó una oreja de peso; una especia de tanque de oxígeno que le viene bien de cara a su próxima incursión en la Feria de San Isidro.

El Juli salió a hombros al finalizar otra tarde sumamente importante, y tras imponer su jerarquía para seguir rivalizando, aunque de forma indirecta, con las grandes figuras de esta época, una de las mejores del toreo por la variedad de estilos y personalidades que lideran el escalafón mundial.
Ficha
 Aguascalientes, Ags.- Plaza Monumental. Sexta corrida y octavo festejo de feria. Tres cuartos de entrada en tarde calurosa. Siete toros de Fernando de la Mora (el 7o. como regalo), disparejos en presentación y manejables en general, salvo el 4o., que fue áspero, de los que destacaron 2o. y 7o. por su transmisión. Pesos: 508, 534, 494, 490, 462, 496, 530 kilos. Fernando Ochoa (obispo y oro): Palmas tras dos avisos, silencio tras dos avisos y ovación tras aviso en el de regalo. Julián López "El Juli" (turquesa y oro): Dos orejas y oreja. Octavio García "El Payo" (corinto y oro): Palmas y oreja. Al final del festejo El Juli salió a hombros.

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